...Y GRAN HERMANO VIÓ QUE ERA BUENO

Érase una vez un programa de televisión con formato telerealidad que vivía en un país muy muy lejano... En ese programa había una casita de muchos colores en la que llegaban a vivir 16 personas desconocidas, felices y contentas, sin tener que preocuparse ni por la hora que era, y mucho menos por las cosas que pasaban fuera de esa casita.

El juego consistía en vivir. Era un juego simple y muy complicado a la vez, pues cada uno de los habitantes de la casita debía relacionarse y convivir con el resto, y crear una vida paralela, un mundo aparte del que ya había conocido. Debían hacer amigos, colegas, enemigos, gestionar emociones y pasar pruebas más o menos difíciles, como las que cada uno debe pasar en su vida normal, pero en un mundo reducido que constituía su gran mundo durante unos tres meses.

Mientras todo esto sucedía, los habitantes de la casita eran observados por un gran ojo que todo lo ve, Gran Hermano. Ese ojo vigilante era silencioso y discreto, actuaba con sigilo y con cuidado para que la vida que se estaba creando en ese nuevo mundo no se contaminase con nada que pudiera venir de la vida anterior o de otros mundos conocidos por los habitantes, así ellos serían libres de actuar como mejor les pareciese en cualquier momento. Era como una segunda oportunidad para ellos, como empezar de cero pudiendo mostrarse tal y como eran, sin los prejuicios y condicionantes con los que la información hace comportarse muchas veces.

Nadie se conocía, nadie sabía cómo era su compañero de encierro, nadie sabía cual iba a ser su futuro y cómo iba a ser su vida. Todo era una aventura nueva. Todos podían ser buenos o malos por elección y cada uno creaba su propio grupo de confort atendiendo sólo a el comportamiento de cada uno de sus compañeros de vida y a sus filias y fobias. Aunque estaban encerrados eran libres durante tres meses.

Los habitantes de ese mundo también eran observados a través de ese ojo que todo lo ve por muchas otras personas anónimas que sin que ellos lo supieran, les juzgaban, analizaban y nombraban héroes y/o villanos, les apoyaban o les expulsaban de ese mundo, haciéndolos ganadores o perdedores. Todo seguía su curso natural y todos tenían asignado un papel aceptado libremente.

Pero un día llegó a ese mundo un monstruo que se fue colando poco a poco por las rendijas de la casa. Se llamaba Información. Y algo que se supone hace libres, hizo esclavos a los habitantes. Ese día Gran Hermano decidió bajar la guardia y enfrentarles a sus miedos e inseguridades advirtiéndoles de sus errores, o inyectarles adrenalina cuando estaban en horas bajas, o darles alas haciéndoles saber que iban por el camino correcto. Su casa ya no era un lugar seguro sonde estar confortable y vivir con naturalidad. Se convirtieron en esclavos de los sonidos que emitía Información, sonidos de aprobación o desaprobación acerca de sus actos, y desde entonces ya no sólo se juzgaban entre ellos, sino que les llegaban los juicios de personas que hasta entonces les eran ajenas y su seguridad se tambaleaba. Ya no podían comportarse libremente, sino que vivían condicionados por la necesidad de ser aceptados fuera de su mundo, un mundo al que tarde o temprano deberían volver y que les aceptaría o no según su comportamiento. Deseaban con todas sus fuerzas agradar y para ello no dudaban en fingir y en mostrar una cara que muchas veces no era la real.

El temor se apoderaba de ellos cada vez que una pequeña ventana se abría. No confiaban en ellos mismos, ni en el Gran Hermano que hasta entonces les protegía y que ahora les daba azotes de realidad constantes. Desde entonces vivir se convirtió en sobrevivir, al precio que fuera, y el engaño y la falsedad se apoderó de la casa. Quienes les observaban se rebelaban contra Gran Hermano, y cada vez más gente comentaba acerca de las injusticias, sandeces y tropelías que se cometían contra los habitantes de la casa, o apoyaba con vehemencia tal comportamiento. Las audiencias del programa subían como la espuma... Concursantes, Gran Hermano y público se enzarzaron en una guerra de egos, todo el mundo quería ser el mejor y tener la razón, todos querían salir victoriosos y cualquier cosa valía. La cuerda se tensaba cada día más...

...Y Gran Hermano vio que era bueno...

... y nada volvió a ser como antes...

... y ahora estamos viviendo una historia forzada y repleta de pasado que sólo importa a los intereses de unos pocos. Ningún concursante se atreve a ser real, todos entran con un guión y un papel que están convencidos les va a llevar muy lejos. Y Gran Hermano sólo protege ya a unos pocos...

... y esta vez sólo hay un concursante que a pesar de todo se sigue manteniendo libre, que es valiente y trata por todos los medios de apostar por la naturalidad. Un concursante que se ha atrevido a retar a la Información, olvidándola e intentando que sus compañeros la olviden y vuelvan a ser ellos mismos, sin prejuicios ni condicionantes. Un concursante que no teme a equivocarse ni a someterse a la observación del público, que ve a sus compañeros como personas y no como personajes, que siempre da una segunda oportunidad, que es real y va de frente, una persona que quiere vivir esa vida simple y complicada, disfrutarla mientras dure y darnos entretenimiento sin recurrir a falsos guiones ni poses estudiadas... Alguien que desde hacía mucho tiempo no podíamos encontrar en Gran Hermano...

.... y yo veo que eso es bueno...

PK-Grosella